Diferentes asociaciones y autores han tratado de sintetizar las características fundamentales que presentan los niños superdotados en la infancia. Debemos destacar al respecto la propuesta por la Queensland Association for Gifted and Talented Children Inc. (QAGTC) de Australia con el fin de unificar criterios y servir de base en la intervención psicoeducativa y dotar a los padres de orientaciones precisas.
Entre otras características, los niños superdotados de edades comprendidas entre 2,6 y 5,6 años presentarían las siguientes:
- Desarrollo avanzado. La precocidad en los diferentes hitos evolutivos se hace presente desde los primeros meses de vida. Se anticipa el caminar, el lenguaje, etc. Siente interés rápidamente por los libros y algunos de ellos pueden ser lectores precoces.
- Interés por el aprendizaje. El aprendizaje se asume con gran facilidad. Su gran memoria les permite absorber literalmente cualquier tipo de información. Pueden mostrar áreas de interés concreto sobre temas sociales, de la naturaleza, sobre el universo u otros buscando activamente información.
- Profundizar en los conocimientos. Estos niños necesitan profundizar de forma exagerado en los diferentes aprendizajes de su interés. A menudo actúan como lo haría un filósofo o un científico intentando averiguar y dar una explicación lógica a aquello que les interesa.
- Alto nivel de actividad. Suelen ser niños inquietos, a veces hiperactivos, con necesidades de sueño reducidas. Realmente agotadores para los padres dada su incesante búsqueda de explicaciones.
- Precaución y temores. Debido a su carácter analítico y necesidad de ir más allá, los niños con superdotación pueden mostrarse cautelosos ante nuevas situaciones. En estos casos, antes de actuar, analizarán el entorno y trataran de minimizar el riesgo de fracaso ante cualquier reto que se pueda generar. Su patrón de actuación es primero observar y después actuar según un plan lógico derivado de su análisis previo. Suelen sentir mucho temor ante la posibilidad de un posible fracaso.
- Sensibilidad. Un rasgo bastante común en este colectivo es la gran sensibilidad y empatía que muestran respecto a temas como el maltrato a personas o animales, la injusticia social, etc. Pueden llegar a ser muy críticos consigo mismos y cuando se sobrecargan con sus sensaciones pueden volverse introvertidos y reservados.
- Desarrollo desigual. El desarrollo de los niños con superdotación no sigue un curso homogéneo en las diferentes áreas. Algunos autores hablan de “disincronía evolutiva” para explicar las discrepancias entre el desarrollo de su capacidad intelectual respecto de otras áreas como la conducta y, especialmente, la emocional. De esta forma es relativamente frecuente que se preocupen enormemente por conceptos como Dios, el mundo, la muerte, el universo, etc, pero a su vez no disponen, a nivel emocional, de la suficiente madurez para manejarlos debidamente y sin causarles desasosiego. También puede resultar paradójico el hecho de que mostrando altas capacidades de comprensión puedan, en un momento determinado, reaccionar como un niño de su edad, con lloros, rabietas u otros. De hecho el niño reacciona emocionalmente de forma coherente a su edad cronológica. Por su parte las adquisiciones motrices pueden desarrollarse más tarde y, por tanto, no corresponder sus habilidades intelectuales con sus destrezas manuales (dibujo, escritura…).
- Capacidad precoz para diferenciar entre realidad y fantasía. Otra de las características de este colectivo es el planteamiento temprano de cuestiones como la inevitabilidad de la muerte y preguntas recurrentes acerca de historias o cuentos para asegurarse de lo que puede o no ser real o suceder.
- Interés temprano en cuestiones morales o sociales. Suelen desarrollar una especial sensibilidad o conciencia acerca de problemas sociales, desigualdades, injusticias. También pueden preocuparse por temas como la guerra, medio ambiente, contaminación, violencia, etc. Frecuentemente se encuentran ante respuestas ambivalentes, dubitativas o poco precisas por parte de los adultos, lo que aumenta su temor o frustración al no hallar una explicación racional.
- Mayor poder de razonamiento y manipulación. Los niños superdotados utilizan como principal herramienta comunicativa el lenguaje que es donde marcan diferencias significativas con sus iguales. Ello unido a su capacidad de comprensión y razonamiento lógico los hacen muy proclives a defender con todo tipo de argumentos sus reivindicaciones, demandas o, a veces, caprichos. Si no se les aplica unos límites o disciplina “normal” como lo haríamos con otros niños pueden convertirse en pequeños manipuladores.
- Habilidades Sociales. Este es un punto clave en el desarrollo de los niños superdotados. Hemos comentado ya su gran comprensión del entorno, también del social, lo que puede desarrollar en ellos unas capacidades innatas de liderazgo en su grupo. No obstante, desde muy pequeños, pueden verse a sí mismos, como diferentes a los demás. Su sofisticado vocabulario, su sentido del humor, su perfeccionismo y, sobre todo, la constatación de que sus intereses especiales no son compartidos por sus compañeros, pueden dificultar en gran medida la integración en el grupo. Estos problemas pueden agravarse a medida que el niño crece y se acerca a la adolescencia, aumentando sensación de rechazo, incomprensión y baja autoestima.
- Individualidad. Normalmente estos niños son vistos como sujetos extraños, raros, extravagantes debido a su creatividad y fantasía así como un peculiar estilo y ritmo de aprendizaje. Es muy importante que a estos niños no se les organice constantemente y que dispongan de su propio espacio para organizar y crear sus propias cosas.
- Perfeccionismo. Es otro de los rasgos nucleares. Con mucha frecuencia, necesitan profundizar en todos los aspectos de los temas de su interés y lo hacen con una avalancha de preguntas que pueden resultar agotadoras para los padres e impertinentes para los maestros. Cuando no alcanzan las metas u objetivos que se han propuesto, suelen frustrarse y sentir gran desasosiego y ello puede conducirles a rehusar o abandonar la tarea antes que a rebajar el objetivo que se han impuesto.
Habíamos comentado en la anterior entrada, que la superdotación incluye un CI igual o superior a 130 pero que esto sólo era una condición necesaria pero no suficiente. El etiquetaje de “superdotado” debe comprender además la presencia de algunas de las características de funcionamiento antes apuntadas durante la infancia.
Otro problema que cabe exponer y aclarar es que la medición del CI no supone una medida estable a lo largo del ciclo evolutivo del niño. Es decir, es más inestable a medida que reducimos la edad del niño evaluado. Así el valor del CI de un niño de 4 años puede sufrir un margen de variación significativo como consecuencia del propio proceso madurativo del niño. Por el contrario a partir de la adolescencia los valores presentan mayor estabilidad. En general podemos afirmar que hasta los 12 o 13 años debemos ser prudentes en la identificación de estos niños. Debemos saber diferenciar al “superdotado” de niños denominados “con maduración precoz” (consiguen ciertos hitos evolutivos antes de tiempo pero luego siguen un curso normal); “el niño con talento” (consigue destacar en un determinado aspecto cognitivo, en un área de conocimiento específica, pero no lo hace en otras); “el niño brillante” (caracterizado por una buena inteligencia y rendimiento académico pero no presentan otras peculiaridades como perfeccionismo, aburrimiento, curiosidad extrema, capacidad razonamiento, etc.)
Respecto a las pruebas para verificar el CI, que no la superdotación tal como hemos insistido, destacamos las siguientes:
Otro problema que cabe exponer y aclarar es que la medición del CI no supone una medida estable a lo largo del ciclo evolutivo del niño. Es decir, es más inestable a medida que reducimos la edad del niño evaluado. Así el valor del CI de un niño de 4 años puede sufrir un margen de variación significativo como consecuencia del propio proceso madurativo del niño. Por el contrario a partir de la adolescencia los valores presentan mayor estabilidad. En general podemos afirmar que hasta los 12 o 13 años debemos ser prudentes en la identificación de estos niños. Debemos saber diferenciar al “superdotado” de niños denominados “con maduración precoz” (consiguen ciertos hitos evolutivos antes de tiempo pero luego siguen un curso normal); “el niño con talento” (consigue destacar en un determinado aspecto cognitivo, en un área de conocimiento específica, pero no lo hace en otras); “el niño brillante” (caracterizado por una buena inteligencia y rendimiento académico pero no presentan otras peculiaridades como perfeccionismo, aburrimiento, curiosidad extrema, capacidad razonamiento, etc.)
Respecto a las pruebas para verificar el CI, que no la superdotación tal como hemos insistido, destacamos las siguientes:
- K-ABC: Batería Evaluación de Kaufman para niños (de 2,5 a 12,5 años)
- WPPSI-III: Escala de inteligencia para preescolar y primaria (2,5 a 7,3 años)
- WISC-IV: Escala de inteligencia de Wechsler para niños (6 a 17 años)
- DAT-5: Test de aptitudes diferenciales. Analiza 7 aptitudes básicas: Razonamiento verbal; Razonamiento numérico; Razonamiento abstracto; Aptitud espacial; Comprensión mecánica; Atención y dotes perceptivas y Ortografía.
- EFAI: Prueba colectiva para la evaluación factorial de las aptitudes intelectuales. Aplicable a partir de los 8 años.
- BAS-II: Prueba individual. Evalúa en profundidad la capacidad intelectual y las habilidades importantes implicadas en el aprendizaje. Aplicable de 2 a 17 años.
- EPA-2: Para evaluación del potencial de aprendizaje. A partir de 5 años y aplicable colectivamente en pequeños grupos.
- BASC: Prueba para la evaluación en niños y adolescentes de los aspectos adaptativos e inadaptativos de su conducta. Según edad contiene diferentes modelos (autoinforme, forma para padres y para maestros). Nos proporciona un perfil con el que podemos detectar la presencia de factores emocionales (retraimiento, somatizaciones, etc.) y de conducta (habilidades sociales, agresividad, atención, etc.).